Sobre la autonomía en el aprendizaje: Autonomía para la participación.

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Entiendo que en todo camino de construcción y aprendizaje cometemos nuestros errores, sin los cuales, por supuesto, no sería posible conocer o aprehender; no obstante, da también algo de alegría y motivación corroborar ideas, pensamientos, reflexiones entre pares académicos, y con referentes ciberaudiobibliográficos; de repente, cuando adoptamos la confianza nos damos cuenta de que también acertamos, atinamos a buenas ideas y buenas prácticas.

La idea de la autonomía me viene rondando desde hace buen tiempo, y me alegra encontrar aportes como los de  NARVAEZ, M., PRADA, A. (2005). Aprendizaje autodirigido y desempeño académico. La autonomía es la condición alcanzable y perfectible de todo proyecto de evaluación; pero la autonomía muchas veces hay que motivarla en aquellos que vienen con la idea de aprender, es decir, en los estudiantes; éstos, al igual que muchos profesores venimos viciados de modelos tradicionales en donde se comprendía la evaluación como un proyecto de vigilancia y castigo, de las mentes y, en muchas ocasiones, de los cuerpos. La autonomía, la autorregulación por parte de los sujetos quizá sea un primer peldaño a conocer, debatir y superar por parte de los participantes en los ambientes virtuales. Las herramientas virtuales quizá sí privilegian un mayor énfasis en la autonomía, porque quizá ya nadie te vigila, te conviertes en sembrador y recolector de tus propios logros, metas; quizá la educación mediada esté diseñada para aquellos que de verdad están interesados en aprehender, de ahí que la autonomía sea la primera voluntad reguladora del conocimiento.

Justo en estas instancias del curso comenzamos a notar esa ligazón indisoluble entre participación, moderación y evaluación. La una se convierte en bastión para la continuidad y pervivencia de la otra: Una buena moderación incita, motiva, llama a la participación; una participación con sentido y con fines netamente constructivos, incitan a procesos de evaluación autónomos y fieles a la realidad de cada uno de los actos de aprendizaje.

 ¡¡¡urra por la autonomía!!! No se puede obligar a nadie a alcanzar las metas que propone otro; la inteligencia y la evolución son actos de voluntad, no de obligatoriedad.

Stephen Downes (2008), Dave Cormier, George Siemens entre otros renombrados expertos de la informática, las conexiones humano digitales, el aprendizaje online y las redes de interacción informática, hablan sobre el futuro de los Moocs (Massive Online Open Courses) como posibilidades de aprendizaje que se forjan y exponen su éxito solo desde una formación en la autonomía; es decir, cómo evaluar de una manera lineal y coherente, diremos obejtiva, algo que debe estar motivado, primeramente, por los propios intereses del aprendiz; cómo evaluar objetivamente un fenómeno, que con numerosa cantidad de aristas como es el aprendizaje, se torna imposible de encasillar en una sola ruta o rúbrica cerrada.

 Cada quien ingresa con un grado o perspectiva de interés propio al aprendizaje de algún tópico o temática, de ahí el que aún los mejores modelos evaluativos se queden cortos a la hora de evidenciar el éxito o fracaso de un curso o experiencia de aprendizaje de esta índole. Si bien nuestro interés se extiende a los ambientes virtuales de aprendizaje en general y no solo a los MOOCs, nos parece acertada esta referencia porque es justo en estos ambientes en donde podríamos comenzar a constatar aspectos referidos a los sujetos que interactúan con los ambientes, con los saberes, con otros sujetos y las formas como se evalúan sus aprendizajes:

MOOC success, in other words, is not individual success. We each have our own motivations for participating in a MOOC, and our own rewards, which may be more or less satisfied. But MOOC success emerges as a consequence of individual experiences. It is not a combination or a sum of those experiences – taking a poll won’t tell us about them – but rather a result of how those experiences combined or meshed together (Downes, 2013).

Es necesario insistir que el papel de la evaluación y la autonomía en el aprendizaje deben convertirse en proyecto unívoco de formación. El sujeto, aprendiz, es la conciencia, la voluntad y verdadero conocedor de su proceso de aprendizaje; ahora bien: ¿cómo lograr atinar este propósito en países, culturas y colectivos humanos en donde la autonomía no se ha sostenido como proyecto ni ha sido el gran abanderado en los procesos de formación?

 

Bibliografía:

 

Downes, S. (16 de Noviembre de 2008). El futuro del aprendizaje en línea: Diez años después. Traduccción Diego E. Leal Fonseca.

Downes, S. (18 de Marzo de 2013). Half an Hour. Recuperado el 1 de Abril de 2013, de Half an Hour: http://halfanhour.blogspot.com/2013/03/evaluating-mooc.html

Narváez Rivero, M., & Amapola, P. M. (Enero-junio de 2005). Aprendizaje autodirigido y desempeño académico. Tiempo de Educar, 6(011), 115-146.

One thought on “Sobre la autonomía en el aprendizaje: Autonomía para la participación.

  1. Hola Mauricio traes a colación un tema central, la AUTONOMÍA, en esto de los ambientes de aprendizaje mediados por TIC y en especial en una modalidad como son los MOOC. Sin embargo y pese a su importancia es poco lo que sabemos de ella en estos paises latinoamericanos en los que quizá por ello somos llamados como subdesarrollados.
    Pienso que parte de ese desconocimiento tiene que ver con la fobia a la evaluación o heteroevaluación; el desconocimiento de la importancia de la autoevaluación permanente; nuestra falta de disciplina o contancia en los hábitos de estudio que permitan crear prácticas identificadas y “productivas”; pensar en la colaboración como eje de nuestro accionar permanente, creer en los pares y colegas como sujetos de quienes es posible aprender; desprendimiento de la necesidad de respuestas permanentes y provenientes de un sujeto que hagas las veces de maestro; y esta otra, entre muchas otras que no menciono, tiene que ver con la resistencia a la dificultad, la perseverancia e insistencia por continuar y seguir adelante en tareas que requieren un esfuerzo mas allá de lo normal o que aparentemente sobrepasa nuestras capacidades.
    Esas son algunas claves en las que deberíamos fortalecernos a fin de hacer de la virtualidad todo un ambiente que nos permita realmente aprender, pese a una supuesta soledad, pese a la dificultad y a las tradiciones que nos han formado como sujetos heterónomos.

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